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Oníricos placeres



Desde hace muchos soles tengo la misma fantasía.

Un espasmo me despierta en medio de la noche y me encuentro semidesnuda. La humedad de mi luna y el ardor en mis cimas delatan la deliciosa tortura a la que has sometido a mi cuerpo dormido.

Finjo no notar tu respiración agitada o tu silueta agazapada junto a la puerta y decido avivar tu mortal culpa terminando lo que habrías de empezar.

Suspiro como si soñara frotando mi cuello. Bajo por completo los delgados tirantes que dejaste a medio camino sobre mis hombros. Lamo la punta de mis dedos y mi saliva alivia un poco la fricción que ejerzo sobre la punta de mis pechos. 

Los jalo, apretándolos, intentando recrear la succion que aplicabas con tu boca cuando me creías entregada al sueño.

Comienzo a gemir despacio, intuyendo por tu aliento que el autocontrol va perdiendo la batalla.

Lentamente bajo la mano acariciando mi vientre hasta llegar a ese monte escasamente cubierto de vello que te resulta endemoniadamente deseable.

Hundo tres dedos en esa abierta herida que te subyuga. Dos de ellos rodean el cúmulo de placer que la corona. 

Mi aroma invade la habitación. 

Escucho el chasquido de tu bragueta al abrirse. Sé que tu carne arde y crece al verme.

Deslizo los dedos a la abertura de mi centro y empujo con fuerza hacia dentro. 

Mi gemido es letal. 

De súbito, abro los ojos tanto como las piernas, invitandote a entrar.

'Fóllame', te digo desafiante.

Te acercas.

Fade out.

Oscura Tentación


Amantes clandestinos

de nombres anónimos y

placeres conocidos.

Fuimos noche que pintó el día

de profundo carmesí.

Música jadeante

que rompió las partituras,

jazz de gemidos

que te hizo sucumbir.

Soy la oscura tentación

que en tu centro se derrama,

que fluye

dentro de ti.

Soy el perverso instinto

que en tu pecho se inflama

y lacera

tu razón de vivir.

Atrévete, no temas caer en mi.

Hedonista incorregible,

en tu deseo recurrente

has convertido mi sentir.

Fui el antojo que sació tu innombrable apetito de mi.

Música jadeante

que rompió las partituras,

jazz de gemidos

que te hizo sucumbir.

Soy la oscura tentación

que en tu centro se derrama,

que fluye

dentro de ti.

Soy el perverso instinto

que en tu pecho se inflama

y lacera

tu razón de vivir.

Atrévete, no temas caer en mi.

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