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"There are two ways to reach me: by way of kisses or by way of the imagination.

There is a hierarchy: the kisses alone don't work."

Anaïs Nin

Ya no.
Tú no.
Desintoxicándome

Beso tus ojos con la esperanza de evitar que se humedezcan,
intentando borrar el rastro mojado que esa desesperanza deja en tu rostro.

Quiero lamerte hasta eliminar la sal que atiza tu herida.
¿Cómo puedo curar tu dolor?

No soy nada en tu vida, y sin embargo, tú me significas todo.



AIRE

Estacionas el auto en la calle vacía.
La hora más oscura nos cobija.
Tus ojos sobre mi. Mi mirada en tus labios.

Te deseo.

El reducido espacio invita a intimar.
Pero nos hemos vedado el contacto físico.
Una culpa menos. Un castigo más.

Te abrazo.

Nuestros centros convenientemente lejos.
Nuestros latidos peligrosamente cerca.
La tensión a punto de explotar.

Suspiras.

Tu boca a un milímetro de mi cuello.
Mi respiración en tu oído.
El aire comienza a escasear.

Como un imán.

Dedos que acarician sin tocar.
Manos que arañan la nada.
Jadeamos sin podernos controlar.

Tortura.

Con los gemidos sincronizados.
Follamos con cada aliento.
Inhalar, exhalar.

Te ganan las ganas.

Tu mano busca con desesperación mis caderas.
Mis dedos recorren cada rincón de tu pecho.
La piel nos traiciona.

A un segundo de pecar.

El hechizo se rompe.
El miedo te hace presa.
Amante del aire.

Te esfumas sin más.

Me cansé...

De extrañarte.
De las respuestas esquivas.
De fingir para evitar tu miedo.
De tus ganas reprimidas.

Me cansé y decidí que no me importa si lo sabes o lo ignoras.

Hoy libero mis noches de tu fantasma que ya no me satisface.

Hoy te dejo ir.

You are mine

.
.
.
Everybody is someone else's secret...
.
.
.

Im yours?

...que me lees religiosamente.
Que mis desvaríos de madrugada te encienden con furia los pensamientos.
Que descargas tus ganas en otro cuerpo mientras tu fantasía se alimenta de mi.


...que te reconoces en mis líneas.
Que te atormenta ver expuestos tus deseos, esos que con tanto empeño intentas esconder.
Del cálido e inoportuno crecimiento que experimentas cada vez que recuerdas el tacto de mi piel.


...también de los celos que te arrebatan.
Del veneno corrosivo que se apodera de tu ego cuando descubres que mis letras no hablan de ti.
Cuando describo fragmentos de otras historias, de otros cielos y otras noches a las que pertenecí.


...que no lo harás, pero te reto.
Si te atreves, contesta.
¿Qué demonios sabes tú de mí?


B/W

Acepté tu propuesta.

Posar para ti, ayudarte en la encomienda. Desnudarme con la certeza de que tus fines son puramente artísticos por convicción.

Tantas veces rechazada la iniciativa, hoy crees mentira mi afirmación.

Pero aquí estoy.

Encaramada en el altar que preparaste, me pierdo entre los níveos remolinos del amplio lecho.

Despacio, sin prisas, me despojo de la tela que me arropa y con mi desnudez me inunda el tácito poder de saberme indefensa.

Junto con las prendas se van mis restricciones.

Click. A través del lente empieza la metamorfosis, y mientras tu indiscreta extensión ocular me registra, transformas mi piel en playa.

Obsesivo lector de mi cuerpo, me acaricias con destellos cegadores.

Click. Efìmera proyección de mi cuerpo seccionado, editado a tu gusto y medida, mi ser formado por tus preferencias anatómicas.

Te recreas en los terrenos de lo prohibido, capturas la esencia de lo que soy.

Click. El trago de vodka que me acompaña en la aventura comienza a hacer efecto, sedándome la conciencia, borrándome el pudor.

De espaldas, volteo a verte dándote un atisbo del perfil de mi seno derecho.

No me sostienes la mirada, tu rostro ferviente dice todo y más. La imposibilidad de hacerme tuya, teniéndome a tu merced, te tortura y te deleita por igual.

El hipnótico sonido del disparador de tu cámara deja de sonar.

Amigo de tantos años, te me acercas con otra faz. Desconozco tu mirada, porque reconozco en ella algo que no tiene que ver con nuestra antigua complicidad.

Tomas mi rostro entre tus manos.

Suspiro.

Es mucho lo que habríamos de arriesgar.

Responde

Residente de mis noches más oscuras
Ninguna caricia forastera te supera.

Oye mi súplica, arráncanos del sueño,
Transmútalo en verdad, acepta el reto.

Esconder las ansias que provocas ya no puedo.

Es el mismo instinto el que nos ata sin remedio.
Convéncete, tú tampoco puedes escapar.

Acaba con el tormento de saberme prohibida.
Silénciame la boca mordiéndome los labios.

Cruza la línea... la culpa no nos va a matar.

Frágil

Sonrisa de cristal a punto de romperse.

No pasa nada. Todo está bien.

Miento

Lo sabes y lo sé.

The Truth Of Lust

-Te encontraré y me reconocerás, dijiste.

Voy retrasada. Un escalofrío recorre mi espalda casi desnuda al ponerme el antifaz de plumas con el que transformo mi identidad.

Cortesana de gala dispuesta a satisfacerte.

El ascensor sube. La silueta que se revela en el espejo a través de mi vestido de encaje me deja satisfecha.

Negra telaraña tatuada sobre mi piel.

Tras las cortinas de terciopelo se me descubre un aquelarre. Decenas de cuerpos se enfrascan en prohibidas actividades con las caras cubiertas de seda y joyas exquisitas.

Un hombre moreno y una mujer pelirroja se me acercan. Me ofrecen una copa de verde licor que rechazo por instinto.

Complicidad perversa en un vistazo.

Rápidamente Él se desliza detrás de mi espalda inmovilizando mis manos. Sin dejarme de observar Ella toma un largo sorbo del flourescente contenido de la copa.

Seductora, se abalanza sobre mis labios, abriéndose paso con la lengua para vaciar el líquido en mi boca.

Venenoso beso etílico quemándome la garganta.

Mi razón se evapora, me entrego a un intenso intercambio de caricias orales con Ella. Él me expone bajando los tirantes de mi vestido con una sola mano.

Su magistral movida hace que abra los ojos. En el conjunto de duplas multiplicadas, algunos curiosos observan la escena ávidos...

Creo verte entre el lujurioso mar.

TÚ.

Al percibir mi momentánea distracción Ella se separa de mi boca para detenerme la cara con firmeza, mirándome directamente a los ojos.

Me estampa una sonora bofetada en la mejilla.

"Si espías te tendré que castigar, cariño" dice su voz profunda y sensual. En shock, contengo un sollozo. Él desgarra por completo mi vestido.

Ella me empuja con fuerza hacia una columna. Aprisiona mis brazos en alto y amarra mis piernas separadas con sedosos listones de cuero.

Él acaricia los límites de mi ropa interior.

"Necesitas liberarte... y de eso me encargaré yo"
me dice al oído. De una charola de plata elige un largo cuchillo que brilla a la luz de las velas.

Se me acerca como un felino dispuesto a saciar su feroz deseo. Posa suavemente la hoja de acero en mi barbilla mientras me muerde el cuello.

Mi sexo se humedece contra mi voluntad.

Desliza su arma sin apenas ejercer presión y se pasea desde el centro de mi pecho hasta mi vientre. Su frío toque me aterroriza y me excita por igual.

Sube su mortal falo y dibuja con él la forma de mi sostén. De pronto lo introduce entre mis senos y con un corte certero rasga la delicada tela.

Traspaso la línea que divide al miedo del placer.

Continúa recorriendo mi cuerpo, trazando con su daga el triángulo que protege mi intimidad. Súbitamente penetra la frágil barrera y corta las tiras que la sostienen.

Un fuerte espasmo orgásmico me sacude, provocando que la punta del cuchillo abra un pequeña herida sobre el hueso de mi cadera.

Una gota de sangre carmesí fluye hacia mis piernas.

Siento unos labios que no la dejan escapar, bebiéndola sin recato. Es Ella quien me devora mientras sus dientes lentamente me vuelven loca de dolor...

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La Nada.
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Abro los ojos y veo cómo caminas despacio entre el festín de la carne, hasta donde yace mi cuerpo.

"He sido testigo gustoso de tu infierno"
, dices con voz temblorosa de deseo. Ahora me sabes capaz de romper cualquier límite.

Te abrazas a mi desnudez sudorosa y agónica. Ella y Él nos observan semiocultos.

Pecado tripartita. Fruta prohibida que me volvió adicta.

He recorrido un sendero sin retorno.

... enredándoseme en el cuerpo,
estremeciéndome el alma,
llevándome al borde de la razón.

Traduccion políglota de la lujuria internacional.
Idiomas ajenos dictando un perverso guión.
Exóticos susurros.

Voces de la tentación.

Femme Noir

Sola. Cenar sola nunca me ha gustado. Y aquí estoy, repitiendo mi más temida escena frente una copa de vino, esperando un corte sangrante. Herida. Rota y fragmentada.

Pero viva.

Ya soy habitual en la mesa central. Perfecto escaparate desde donde me observan. Sola, siempre sola. Pero ataviada como si esperara a alguien.

Un sedoso vestido negro exterioriza mi luto interno, con el único adorno del carmín intenso de mis labios rojos magnificados.

Protagonista fatal.

Mis piernas desnudas son recorridas insistentemente por pupilas indiscretas. Y más allá. Desde la punta de mis altos tacones hasta mi cabello azabache, siento el calor de bocas que me desean.

Sonrío para mis adentros.

Me apetece ser la esfinge misteriosa con la que fantasean. Empoderada, correspondo imaginando las habilidades sexuales de los que me devoran con la mirada.

Demasiado tiempo anestesiada.

Los vapores etílicos del rojo vino que juguetean con mi lengua, me aceleran el pulso punzante del instinto. El deseo contenido me hace presa.

Ya no puedo negarme a mi misma.

Comparto sonrisas furtivas con el pianista de cabello entrecano que no ha dejado de acariciar mis pechos con sus oscuras pupilas desde el primer día que entré aquí.

Su maduro atractivo me intriga.

A fuerza de cada aplauso reconoce mis gustos y, galante, acaricia el marfil de su instrumento.

Seducción in crescendo.

Su música me aturde, marca su ritmo acompasando en mi respiración, que de a poco se vuelve un gemido intermitente escondido detrás de sus acordes.

Me dejo llevar.

Cierro los ojos mientras deslizo la punta de mis dedos sobre mi cuello. Mi otra mano se pierde por debajo de la mesa, hundiéndose entre mis muslos.

La humedad me sofoca, necesito respirar.

Salgo a fumar. Apenas unos segundos después de la última nota, me sigue, se me acerca. Al llevar a mis labios un cigarro, me ofrece fuego de inmediato.

La llama violenta ilumina a medias mi rostro.

Su marina mirada me pretende hipnotizar. Insolente retiene mi mano, decidido me estrecha a su cuerpo y susurra en mi oído lo que habría de esperar.

Asiento tras un segundo de duda aparente.

Me escolta hasta su auto. Entro dócil, casi ingenua.

Me ataca sin apenas cerrar la puerta.

.
..
...
..
.

Él me cree su presa fácil.

Pero hoy... yo soy la cazadora.

Fuego en el mar



Rojo carmesí violentando el azul profundo.

Lava incandescente penetrando las entrañas saladas.

Feroz lucha acompasada de dos fuerzas antagónicas.

Llamas laceradas de espuma.

Olas que sangran heridas de calor.

Peligro hipnótico.

Belleza mortal.

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A U X I L I O

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Sola no puedo

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Con la vida revuelta y el alma acribillada.

La razon perdida tras un adiós anunciado.

Cimbrada desde los cimientos, me desmorono.

Mi alma líquida se me escapa por los ojos.

Lágrimas vitales que me acaban de a poco.

Gota a gota.

Agotada.

[:][:][:]

Me dueles.

Un puño me golpea el alma cuando percibo esa desesperanza en tus ojos.

Como si fueras parte de mis entrañas, tu ansiedad emocional se me hace física.

Y quisiera lamerte las heridas y arroparte como un niño en un abrazo que te sane.

Ser tu perfecto consuelo.

Y que al contacto de mi mano te llegue la certeza de que todo estará bien.

Pero no puedo. No lo logro.

No lo soy.

No acierto a articular la frase ideal que te ayude a levantarte.

Esto es todo lo que tengo, mis escritos, mis pensamientos, mi mirada y mi voz.

Todo te lo doy.

Exhausta, te pido ayuda.

- Mis hombros me están matando, necesito un masaje...

Caballeroso, no dudas en otorgármelo.

Mi espalda se arquea al contacto de tus manos fuertes.

Tus dedos largos hacen que mis músculos cansados cedan bajo tu toque.

Cierro los ojos. Mis pensamientos se evaporan, la presión se intensifica.

De pronto, el compás de tus movimientos deja de ser inocente...

Anticipo el momento en el que te gane la pasión.

Amante tántrico de posturas imposibles, pretendes enseñarme otra lección.

Ya adivino cómo se yergue tu columna jónica.

Pero hoy, más que ser tu eterna equilibrista sin red, quiero domar tus feroces fauces.

Reubico mi cuerpo frente a ti y salvo todos los obstáculos para llegar a saborearte.

Beso lentamente cada espacio que existe en el sur de tu cintura.

Mi lengua te recorre dejando una fina caligrafía húmeda en los alrededores.

Anhelas que te devore y cruelmente me niego.

No te toco. No le doy cabida en mi cavidad bucal al hierro ardiendo que posees.

Demoro el momento y tu desesperación sonora, gutural, me perturba.

Placer doloroso.

Coreografiada espera.

Me engaño, creyendo que controlo a quien hace de mi lo que quiere.

Indómito, te rebelas y me clavas entre los labios tu victoria más sublime.

Te siento profundo en mi garganta, casi no logro respirar.

Me atormentas sádico, constante, implacable.

Rendida, sacio ansiosa mis voraces apetitos.

Paladeo cada gota.

Me declaro adicta a ti.

.
..
...
...
..
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Exhausta... sí, y completamente satisfecha.

Sangre

Roja, voluptuosa. Satinada, intoxicante.

De gusto metálico. Fluída tentación.

Te anhelo.

Vampírico deseo de inmortalidad.

Métete en mis venas, envuélveme en tu oscuro manto.

Mítica bestia que trasgredes la razón.

Te pienso.

Ojos verde chartreuse, hipnotízame.

Bórrame el recuerdo, el sentimiento, el dolor.

Embriágame de olvido.

Dame de beber.

RUIDO

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Mi silencio dice más que mis palabras

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5 minutos

Nos ganan las ganas. Cualquier pretexto. Nos escapamos. Un baño. Entramos. Desesperados. Irracionales. Seguro puesto. Cierre abajo. Falda arriba. Me acribillas. Adentro. Afuera. Fricción. Húmeda. Empapada. Espasmos. Gimes. Jadeo. Ya no puedo. A punto. No te detengas. Afuera. Adentro. Hazlo. Frenética fricción. Termina ya. Hazlo. Estallo. Grito. Mis uñas en tu espalda. Tu éxtasis reflejado en el espejo.

Te me clavaste durante un instante.

Tu pasión me palpita dentro todavía.

Sirena nocturna

Madrugada sofocante.

Mi cuerpo arde desnudo en medio de la cama.

Sábanas que se pegan a mi piel húmeda y palpitante, enredándose en el subconsciente como lascivos tentáculos marinos.

Aire sinvergüenza que me recorre, acariciando los rincones más privados de mi anatomía, que sin recato reaccionan ante su toque.

Mi pasión animal se desata furiosa con los más pequeños estímulos.

De pronto, el tacto textil se transforma en carne, los labios céfiros se vuelven tuyos y te reconozco intoxicante penetrando mi fantasía onírica.

Dueño de mi, llegas imponiendome tu ritmo, usándome a tu antojo para satisfacer tus más perversos apetitos.

Tu sol al eclipsarse, se atreve a todo.

Pasas mis brazos detrás de mis muslos flexionados, atándome las manos a los tobillos para formar con mis extremidades una aprisionada mariposa expuesta.

Me sometes sin obligarme, dócilmente acato tu autoridad.

Amordazas mi boca en vez de mis ojos.

Sabes que al privarme de voz, dejándome observar a detalle lo que planeas hacerme, las voraces palpitaciones de mi centro me matarán lentamente.

Una lengua asesina recorre mi vientre, cinco dedos ansiosos recorren mi vértice, abriendome y jugando maliciosos con mi clítoris. Dos que entran contundentes para acariciar mis cálidos adentros.

Soy oceáno contenido a punto de desbordar.

Tu rostro desciende y cuatro labios se funden. Te deleitas con mi miel, sacias tu sed con mi agua dulce, bebiendote mi vida a cada sorbo.

Desfallezco.

Subes a besar mi cuello, me muerdes cual licántropo hambriento y calculadamente, justo en ese momento de delicioso dolor infinito, me das la estocada final.

Un grito ahogado escapa de mi garganta. Despierto jadeando, bañada en sudor.

Desapareces.

Como la proverbial sirena cuyos cantos sólo te endulzan los oídos, te regalaría mi eterno silencio a cambio de sentirte una vez más entre mis piernas.

Soy mujer que nace del mar.

Lluvia y metal

Te espero. Camino taconeando ansiosa con mis altas botas de cuero.

Negra la vestimenta. Rojo el corazón.

Un trueno ruge. Llueve como si el cielo necesitara desahogarse, ahogándome.

Estoy empapada.

Por fuera la ropa se me pega como una segunda piel. Por dentro, un néctar agridulce me moja los labios.

Llegas repentino, súbito como siempre.

Abro las piernas para subirme a tu caballo metálico. Me enrosco en tu cuerpo y arrancas violento.

La vibración inevitablemente me estimula, lanzo un gemido que sé que te hace erizar la piel.

Aceleras.

Corres aún más y me obligas a aferrarme a tu cintura.

Llegamos a un paraje. Solitario escenario que elegiste para no dejarme ir.

Empiezas sin rodeos.

Tus manos bestiales rompen los botones de mi blusa. Bajas los tirantes de mi brassiere y me expones a tu antojo.

Recargado en la moto, pegas mi espalda a tu pecho.

Largos dedos que se ensañan con la punta de mis senos. Al unísono tus dientes se clavan en mi nuca.

Tienes una vista perfecta de mi cuerpo en perspectiva y saberme medio vestida me excita de forma total.

Clavas con fuerza tus caderas en las mías... me exiges que te lo pida...

Mi exigua voz lo hace.

Con un veloz movimiento haces que sea mi vientre el que se pose encima del vehículo.

De un jalón me terminas de semidesnudar. Nunca del todo, es todo lo que necesitas.

Embistes. Toro de lidia hambriento de sangre.

Agonizo sobre el metal aún caliente. Vaporizo y el agua que escurre de la tormenta se confunde con mi sudor.

Ya no pienso. El delicioso dolor que me provocas nubla todo entendimiento.

Descubres una gota que rueda por mi mejilla y eso basta para que estalles magistralmente.

El mar más tempestuoso se desata también en mi.

.
..
...

Observas mi rostro enternecido.

Tus labios recojen dulces la supuesta evidencia de mi cara.

Lluvia cómplice que se hizo pasar por llanto.

Sonrío cual Monalisa.

Yo sé un secreto que tú desconoces.

Líquido

Como agua entre las manos, me escapo. Fluyo, me vuelvo nada.

Transparente como soy, no me permito esconderme.

Puedes ver a través de mi, traslúcida, impúdica... imposiblemente escandalosa.

Es esta naturaleza exhibicionista la que me hace tener sed de tus ojos sobre mis letras.

Obsesión por tus miradas vouyeristas, que como la humedad se cuelan en mis más íntimos pensamientos.

Adicta a la culpa, me libero al no ser yo, sino un alter ego de mercurio líquido, que se fragmenta, se desliza y se vuelve a unir.

Dúctil, me transformo en lo que quieras, proyectas en mi tus anhelos y tus deseos más recónditos.

Me tienes en los labios y sin pedirte permiso, antes de que puedas reaccionar me escapo dentro de ti.

Soy agua para tu sed.

Miedo

Te paraliza, te carcome.

No lo quieres enfrentar, sabes que lo desconocido te espera al abrir la puerta.

Nulifica cualquier acción, te dispara el ineludible deseo de huir.

Es más fuerte que tú. Esa barrera invisible que a veces quisieras romper.

¿Qué va a suceder cuando lo hagas?

Te da pánico vivir sin miedo.

Topografía lunar

Diez lunares.


1. Sobre la comisura de mis labios.


2. Justo en el centro de mi hombro.


3. En mi dedo meñique.


4. Adornando mi pantorrilla.


5. En mis caderas.


6. Sobre mi pubis, semioculto.


7. En la frontera de mis piernas.


8. Al borde, en mi rodilla.


9. En medio de la hendidura de mi clavícula


10. Acariciando la base de mi pezón.


Me muero por saber qué harás con toda esta información...

Derritiéndome

Accediste a jugar con fuego.

Te reto a atizar el incendio.

Recréate con mis palabras. Esas que sabes que pronuncio con la intención de desatar tus pensamientos más perversos.

Desnúdame con tus pupilas. Navega debajo de mi vestido y descubre indicios de la ropa interior que elegí para que me la quites.

Atrévete con mi piel. Acaríciame clandestinamente, desliza tus manos sobre mi cuerpo, sedúceme con tus dedos como hasta ahora. Tan sólo un poco más.

Enciende la mecha. Lo necesito.

Te lo prometo.

No nos vamos a quemar.

Terraza

De regreso de la fiesta. Muy noche. La calle desierta. Subimos a tu departamento.

Vino. Queso. Pan. Charla trivial. Miradas asesinas.

Provocaciones calculadas.

- La luna se ve hermosa en el balcón

Truco fácil. No opongo resistencia.

Espacio privado que hace públicas tus actividades.

Tus labios en mi cuello. Vampírica obsesión que me fascina.

Mi mano en tu entrepierna. Creces al contacto de mis dedos.

Me quitas la blusa. Subes mi falda hasta el infinito.

Blanca ropa interior que se transforma, volviendos traslúcida en el centro.

Alguien pasa. Se detiene a observarnos. Instintivamente intento romper la escena.

No me lo permites. Lo disfruto.

Ojos curiosos adivinan mi silueta recargada en el barandal.

Tu sombra penetrándome.

Me volteas. Medio cuerpo inclinado. Exhibes mis mejores ángulos.

Ligero vértigo provocado por las violentas contracciones orgásmicas.

Intento cerrar los ojos, pero el escaparate exige que devuelva miradas suplicantes a nuestros febriles espectadores.

Sus cuerpos se balancean en una lúdica danza. Rítmica, tribal.

Me poseen a sus anchas sin tener que tocarme.

Tú lo haces todo por ellos y por ti.

Tus jadeos se apoderan del aire y escucho a lo lejos, como una respuesta, los gemidos de los otros.

Múltiples dedos recorren las zonas más vulnerables de mi ser. Lenguas cálidas que me reducen a estado líquido.

Colectivo desahogo que nubla mi entendimiento. Llegamos al unísono. Ellos, tú y yo.

Celoso amante, me tomas entre tus brazos y me retiras del balcón.

- Eres mía.

Ahora más que nunca sé que lo soy.

Banquete

Hace mucho que alimentamos este prohibido deseo comiéndonos con los ojos.

Por encima de la mesa saciamos un instinto básico. ¿Por debajo del mantel nos atreveríamos mucho más?

Bebida, comida, amigos. Jugamos el hedonístico ritual.

Sé que me observas. Por eso me abandono al placer de mi fijación oral, con una fálica cuchara que entra y sale de mi boca, depositando en ella un sabor marino que se me enrosca en la lengua.

Sabes que te miro. Que admiro tu boca desgarrando el jugoso corte de carne como si fueran mis adentros. Como si fuera mi cuerpo cálido, palpitante y dispuesto.

Te sabes mi secreto, yo soy tu platillo principal.

Una gota de blanco vino se desliza desde mis labios hasta mi pecho y me estremezco al imaginar mis senos cubiertos de tu amargo y perlado líquido.

Adivino tu creciente tortura. Masticas con voracidad. Mis caderas comienzan a marcar un ritmo casi imperceptible.

Tus piernas rozan indiscretas las mías, mis dedos buscan instintivamente tus manos...
..
...
....

Una voz despreocupada sale de entre el grupo:

- ¿Terminaron? Ya pedimos la cuenta...

Inocentemente pregunta. Terrible interrupción.

Aún no estamos listos para el postre.

Luz roja

Nocturna clase de oscuridad obligada. Pasillos escolares, solitarios testigos de mi fugaz desnudez y de tus incesantes ganas. Estrecho espacio fotográfico convertido en refugio para saciarlas.

Alhuros de plata adhiriéndose a un papel lustroso mientras tus manos desesperadas se funden en mi piel. Vino tinto lumínico que baña mis piernas entreabiertas convirtiendo en chocolate amargo la punta de mis pechos. Maridaje perfecto para tu paladar gustoso.

'Te deseo'. Te repito a media voz lo que ya sabes, mientras tus dedos nadan en la líquida luna que fluye de mi vértice.

'Te deseo'. Me dices con voz gutural mientras mis labios te devoran con la intención de provocar la inminente erupción.

Acercándose, pasos lejanos de posibles delatores, que sólo logran que la lúbrica sensación de peligro se incremente.

'Levántate', ordenas. Mis ojos se clavan en tu lasciva mirada. Ya no hay marcha atrás. Me doblas a tu antojo, y mis gemidos en crescendo te obligan a taparme bruscamente la boca, al tiempo que con fuerza, tus dedos crueles se enredan en mi cabello.

Rendida ante ti, como tantas veces dijiste que estaría. Te sabes poderoso, dueño de mi, más que nunca.

Me llenas por completo, sacudes mi mundo, me marcas por siempre.

Terminas en cascada. Dos segundos después tocan a la puerta sin cerrojo. Sólo atino a abrochar dos botones de mi blusa. Tu olor inunda el ambiente.

'Ya es tarde', dice con una mezcla de sorna y complicidad el súbito vigilante. Un destello de lujuria se evidencía en su mirada. Lo sabe, casi lo paladea.

Nos deja ir.

Oníricamente tuya

Esperó a que su característico sol sometiera a mi eterna luna. La camioneta se comía la carretera a paso veloz mientras la mañana comenzaba a despuntar. Mis ojos cedieron ante el cansancio, caí dormida y sin avisar, irrumpió contundente en mi sueño.

Decadente fiesta. Vestidos de etiqueta,
con el alcohol lubricándonos las venas y la lujuria mojándonos los centros. Era él, sin serlo. La actitud distinta, elegante seductor, cazador seguro de su presa, invadía mi espacio amenazante. Sabedor de su efecto, jugueteaba con mis ansias dejando al descubierto las suyas.

Un negro vestidito con profundo escote, que
casi no lograba contener mis senos ansiosos de sus besos, atrajo su mirada más intensa, que indiscreta se recreaba con mi piel.

-
"Tienes un cigarro?"

Mi cabeza afirmó trémula.

-"Acompáñame a fumar"

Sin esperar respuesta
tomó mi mano, me guió entre una multitud de cuerpos sudorosos, etílicamente húmedos... el aire frío de una noche sin estrellas fundió la sedosa tela a mi cuerpo, como presagio de las caricias que sus manos prometían.

Súbitamente, sin mediar palabra y con un movimiento felino, me acorraló a un lado de las amplias escaleras. Los dedos de una mano
se deslizaron por debajo de mi falda, aprisionaron mis muslos y reptaron por mis caderas, haciendo a un lado la frágil barrera de encaje negro que me cubría.

Su boca sangró mis labios al tiempo que su otra mano torturaba mi cuello, desgranando mi collar.
Mi punto débil por excelencia. Liberó mis pechos y con frucción los lamió, saboreándolos como un animal hambriento.

Entró violentamente, rompiéndome en mil pedazos, a un ritmo frenético, primitivo. No le preocupó ahogar mis gemidos desfallecientes y sus embestidas fueron más poderosas cada vez que su nombre escapaba de mi garganta. No dejó un pedazo de mi ser sin conocer.

Una y otra vez, sin piedad.

Llena de él.
Saturada de él. Su esencia deslizándose por mi piel.

FADE OUT

Primera vez

No suelo escribir en mis ratos de ocio...

Me gano la vida con las letras y quizás precisamente por eso tengo una relación amor-odio con la palabra escrita. Y es que debo admitir que me expreso mejor con los trazos que con las grafías, pero por alguna extraña razón hoy lo necesito. Necesito poner por escrito lo que estas tantas madrugadas me han gritado.

Estoy en un punto de no retorno. Lo amo, después de tantos años sé que aún lo amo, pero desvanecida la pasión como está, me encuentro al borde del precipicio. La tentación es mucha y diaria.

Una voz profunda y sugestiva que me dice cosas que él no me dice; una mirada que se queda tres segundos más de lo preciso; una sonrisa que destaca esos labios tan deseables... un roce 'casual', aparentemente inocente, pero que se siente cargado de una intensidad carnal más allá de lo posible. Y yo derritiéndome.

Es un delicioso suplicio que atormenta y satisface por igual. Es una húmeda motivación, un bálsamo suntuoso para mi ego herido. Quiero sentirme observada, admirada, deseada... también por él.

¿Será cierto que desear otra piel te convierte en un ser ordinario? Hoy más que nunca me queda claro que yo jamás podré ser extraordinaria.

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